26 abr 2012

VI FORO DE PASTORAL ADOLESCENTE


Familia
Presencia que educa y acompaña

En el contexto del año de la Familia, la Pastoral Adolescente quiere sumarse a la reflexión en torno a esta realidad tan importante para la vida de toda la sociedad y, particularmente, de nuestros adolescentes. Reflexionaremos sobre la relación del adolescente con su familia. Pero también queremos ayudar a tomar consciencia que una familia no se improvisa, y por tanto, educar un adolescente es educar las futuras familias. Educar un adolescente quiere decir darle hoy herramientas que incorporadas le ayudarán en el futuro a encarar su propio proyecto familiar.

La adolescencia es, de por sí, un momento de crisis en el relacionamiento con la familia. Cuando, por diversos motivos, las familias no pueden contener a los adolescentes estos quedan en una situación de particular vulnerabilidad. Dada la variedad y complejidad de los problemas que afectan a la familia es difícil encontrar respuestas que se apliquen directamente a las diversas situaciones y contextos. En estos casos, lo mejor es ayudar a redescubrir lo esencial, para que cada uno pueda descubrir la manera de plasmarlo en su realidad concreta.

Para el lema nos inspiró un pasaje del mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz de éste año. Dice el Papa: “Vivimos en un mundo en el que la familia, y también la misma vida, se ven constantemente amenazadas y, a veces, destrozadas. Unas condiciones de trabajo a menudo poco conciliables con las responsabilidades familiares, la preocupación por el futuro, los ritmos de vida frenéticos, la emigración en busca de un sustento adecuado, cuando no de la simple supervivencia, acaban por hacer difícil la posibilidad de asegurar a los hijos uno de los bienes más preciosos: la presencia de los padres; una presencia que les permita cada vez más compartir el camino con ellos, para poder transmitirles esa experiencia y cúmulo de certezas que se adquieren con los años, y que sólo se pueden comunicar pasando juntos el tiempo.”







25 abr 2012

Estar alegres es una forma de dar gracias

Con nuestra alegría hacemos bien a nuestro alrededor

En estos días seguimos disfrutando de la alegría pascual, que culminará su ciclo en la fiesta de Pentecostés, aunque se renueva cada Domingo en la Eucaristía. Sabemos que la alegría verdadera no depende del bienestar material, de no padecer necesidad, de la ausencia de dificultades, de la salud. La alegría profunda tiene su origen en Cristo, en el amor que Dios nos tiene y en nuestra correspondencia a ese amor.

«Yo les daré una alegría que nadie les podrá quitar», dijo Jesús, según recoge el evangelista San Juan. Efectivamente, nadie, ni el dolor, ni la calumnia, ni el desamparo, ni las propias flaquezas, si volvemos con prontitud al Señor, nos podrán apartar de la alegría verdadera. La única condición que nos pone el Señor es que no nos separemos nosotros de Él, que no dejemos que las cosas no separen de Dios. Que nos sepamos hijos de Dios, en todo momento.
Estar alegres es una forma de dar gracias a Dios por los innumerables dones que nos hace. Con nuestra alegría hacemos mucho bien a nuestro alrededor, pues esa alegría lleva a los demás a Dios. Dar con alegría será, con frecuencia, la mejor muestra de caridad para quienes están a nuestro lado.
HOGARES ALEGRES
Muchas personas podrán encontrar a Dios en nuestro optimismo, en la sonrisa habitual, en una actitud cordial. Dios quiere que el hogar en el que vivimos sea un hogar alegre. Nunca un lugar oscuro y triste, lleno de tensiones por la incomprensión y el egoísmo. Una casa cristiana debe ser alegre, porque la vida sobrenatural lleva a vivir esas virtudes -generosidad, cordialidad, espíritu de servicio-, a las que tan íntimamente está unida la alegría. Un hogar cristiano da a conocer a Cristo, de modo atrayente, entre las familias y en la sociedad.
ALEGRÍA, EN EL TRABAJO Y EN LA CALLE
También debemos procurar llevar esta alegría serena y amable a nuestro lugar de trabajo, a la calle, a las relaciones sociales. El mundo está triste e inquieto y tiene necesidad, ante todo, de la paz y de la alegría que el Señor nos ha dejado. ¡Cuántos han encontrado el camino que lleva a Dios en la conducta cordial y sonriente de un buen cristiano!
José Manuel Ardións (España).

San Marcos, Evangelista

 Parece que su familia era la dueña de la casa donde Jesús celebró la Ultima Cena, donde estaban los apóstoles reunidos el día de Pentecostés cuando recibieron al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego. Era un niño cuando Jesús predicaba y, probablemente fue uno de los primeros bautizados por San Pedro el día de Pentecostés. Era primo de San Bernabé y acompañó a este y a San Pablo en el primer viaje misionero que hicieron estos dos apóstoles. Pero al llegar a regiones donde había muchos guerrilleros y atracadores, donde según palabras de San Pablo: "había peligro de ladrones, peligro de asaltos en los caminos, peligro de asaltos en la soledad" (2 Cor.), Marcos se atemorizó y se apartó de los dos misioneros y se volvió otra vez a su patria. En el segundo viaje Bernabé quiso llevar consigo otra vez a su primo Marcos, pero San Pablo se opuso, diciendo que no ofrecía garantías de perseverancia para resistir los peligros y las dificultades del viaje. Esto hizo que los dos apóstoles se separaran y se fueran cada uno por su lado a misionar. Después volverá a ser otra vez muy amigo de San Pablo. San Marcos llegó a ser el secretario y hombre de confianza de San Pedro. Como le escuchaba siempre sus sermones que no eran sino el recordar los hechos y las palabras de Jesús, Marcos fue aprendiéndolos muy bien. Y dicen que a pedido de los cristianos de Roma escribió lo que acerca de Jesucristo había oído predicar al apóstol. Esto es lo que se llama "Evangelio según San Marcos". El evangelio de San Marcos es como una repetición de lo que el Apóstol Pedro predicaba. Es el más corto de los 4 evangelios. El de San Lucas tiene 1,140 frases. El de Mateo 1,068. El de San Juan 879 y el de San Marcos solamente tiene 746 frases. Son 16 capítulos llenos de narraciones muy vivas, gráficas, salpicadas de detalles interesantes. Se propone no dejar de narrar lo que contribuya a hacer más llamativa la narración. Allí parece estar hablando un testigo ocular que se ha fijado en todo y lo repite con agrado. Es el reflejo de lo que San Pedro presenció y que se le ha quedado grabado en su memoria. Se fija más en los hechos de Jesús que en sus discursos. Sus narraciones son agradables por lo frescas y espontáneas. Parece un reportero gráfico narrando lo que sus ojos vieron y sus oídos escucharon. Presenta atractivos cuadros: gestos, miradas, sentimientos de Jesús. Dicen los especialistas que el evangelio de San Marcos mientras más se le estudia, más se convence uno de que el que lo escribió era un verdadero artista de la narración y que con este escrito contribuyó a que muchos millones de lectores se entusiasmen por la persona de nuestro amable Salvador. Un sabio afirmó que "el evangelio de San Marcos es el libro más importante que se ha escrito", pues parece que fue el primer evangelio que se escribió y que de él sacaron mucho material los otros tres evangelistas. San Marcos tiene 105 paisajes y de ellos aparecen 93 en Mateo y 85 en Lucas. De las 746 frases de Marcos, San Mateo reproduce 606 y copia el 51% de las palabras que emplea Marcos. San Lucas reproduce en su evangelio 320 de las 746 frases de San Marcos. Solamente hay 24 frases de San Marcos que no se encuentran ni en Mateo ni en Lucas. Por eso es que el Evangelio de San Marcos es un libro verdaderamente importante. San Pedro llama a Marcos en sus cartas: "Hijo mío". Y San Pablo cuando escribe a Timoteo desde su prisión en Roma le dice: "Tráigame a Marcos, porque necesito de su colaboración". Dicen los antiguos historiadores que fue un compañero muy apreciado por los dos apóstoles. Dicen que San Marcos fue nombrado obispo de Alejandría en Egipto, y que allá en esa ciudad fue martirizado por los enemigos de la religión un 25 de abril. La ciudad de Venecia (Italia) lo eligió como patrono y construyó en su honor la bellísima Catedral de San Marcos.