Familia
Presencia que educa y acompaña
En
el contexto del año de la
Familia, la Pastoral Adolescente quiere sumarse a la
reflexión en torno a esta realidad tan importante para la vida de toda la
sociedad y, particularmente, de nuestros adolescentes. Reflexionaremos sobre la relación del adolescente
con su familia. Pero también queremos ayudar a tomar consciencia que
una familia no se improvisa, y por tanto, educar un adolescente es educar las
futuras familias. Educar un adolescente quiere decir darle hoy herramientas que
incorporadas le ayudarán en el futuro a encarar su propio proyecto familiar.
La
adolescencia es, de por sí, un momento de crisis en el relacionamiento con la
familia. Cuando, por diversos motivos, las familias no pueden contener a los
adolescentes estos quedan en una situación de particular vulnerabilidad. Dada
la variedad y complejidad de los problemas que afectan a la familia es difícil encontrar respuestas que se apliquen
directamente a las diversas situaciones y contextos. En estos casos,
lo mejor es ayudar a redescubrir lo esencial, para que cada uno pueda descubrir
la manera de plasmarlo en su realidad concreta.
Para
el lema nos inspiró un pasaje del mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de
la Paz de éste
año. Dice el Papa: “Vivimos en un mundo en el que la familia, y también la
misma vida, se ven constantemente amenazadas y, a veces, destrozadas. Unas
condiciones de trabajo a menudo poco conciliables con las responsabilidades
familiares, la preocupación por el futuro, los ritmos de vida frenéticos, la
emigración en busca de un sustento adecuado, cuando no de la simple
supervivencia, acaban por hacer difícil la posibilidad de asegurar a los hijos
uno de los bienes más preciosos: la presencia
de los padres; una presencia que les permita cada vez más compartir el camino
con ellos, para poder transmitirles esa experiencia y cúmulo de certezas que se
adquieren con los años, y que sólo se pueden comunicar pasando juntos el tiempo.”