25 dic 2011

"Gran Alegría" por el nombramiento



Comunicado de la Santa Sede:

Il Santo Padre ha nominato Vescovo Ausiliare di Montevideo (Uruguay) il Rev.do P. Daniel Fernando Sturla Berhouet, S.D.B., assegnandogli la sede titolare di Felbes.

Rev.do P. Daniel Fernando Sturla Berhouet, S.D.B.
Il Rev.do P. Daniel Sturla Berhouet, S.D.B., è nato il 4 luglio 1959 a Montevideo. È stato ordinato sacerdote il 21 novembre 1987.

Dopo aver ottenuto il Baccalaureato in Diritto Civile nell’ Instituto Juan XXIII, ha compiuto gli studi di filosofia e Scienze dell’Educazione nell’Instituto Miguel Rúa dei Salesiani a Montevideo.
Ha studiato teologia nell’allora Instituto Teológico dell’Uruguay Mons. Mariano Soler, ottenendovi la Licenza in Teologia nel 2006.

Come sacerdote ha ricoperto i seguenti ministeri: Vicario del Noviziato e Postnoviziato Salesiano, Direttore dell’Aspirantato Salesiano e Maestro dei Novizi, Direttore dell’Istituto Pre-universitario Juan XXIII e Professore di Storia della Chiesa.

Attualmente è Ispettore Salesiano nell’Uruguay e Presidente della Conferenza dei Religiosi dell’Uruguay.



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Mons. Sturla será ordenado el 4 de marzo, anunció Mons. Cotugno

El Arzobispo de Montevideo, Mons. Nicolás Cotugno, dirigió una líneas a toda la Comunidad Arquidiocesana en las que expresa su “gran alegría” ante la designación del P. Daniel Sturla como Obispo Auxiliar de Montevideo, el pasado 10 de diciembre. “Felicito de corazón a este nuevo hermano en el episcopado, que tendré la alegría de ordenar el Domingo 4 de marzo del próximo año”, anunció el Pastor.

Texto de la carta de Mons. Nicolás Cotugno:


A toda la Comunidad Arquidiocesana:


Por medio de estas líneas quiero compartir con ustedes mi gran alegría por el regalo que nos ha hecho el Santo Padre BenedictoXVI, al nombrar un nuevo obispo auxiliar para nuestra Arquidiócesis deMontevideo.

Estoy seguro que las cualidades humanas y espirituales del Rev. P. Daniel Sturla sdb, hasta ahora Inspector Salesiano en el Uruguay, enriquecerán la vida pastoral de nuestra Arquidiócesis, siendo para mí de gran ayuda en la misión de pastorear esta Iglesia Particular.

Felicito de corazón a este nuevo hermano en el episcopado, que tendré la alegría de ordenar el Domingo 4 de marzo del próximo año.

Invito a todos a recibirlo con afecto fraterno y espíritu de colaboración, en este nuevo servicio que la Iglesia le ha pedido.

Deseándoles un fecundo Adviento, los bendigo en el Señor.

+ Nicolás Cotugno sdb
Arzobispo de Montevideo


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Los desafíos del nuevo Obispo Auxiliar de Montevideo Daniel Sturla



El Quincenario de la Arquidiócesis de Montevideo “Entre Todos”, en su última edición (N° 269), publica una extensa entrevista al recientemente designado Obispo Auxiliar de Montevideo, Mons. Daniel Sturla, en la que comparte sus experiencias, sus vivencias como sacerdote salesiano y sus expectativas ante la nueva responsabilidad que le encomienda el Papa Benedicto XVI.


Entre Todos: ¿Podemos conocer tu familia y tu experiencia de niño?

Daniel Sturla: Soy el menor de 5 hermanos: Martín, el mayor, María Isabel, María Antonia y María Laura, y el último que soy yo. Mi padre era abogado,mamá ama de casa. Ellos se conocieron en la Facultad de Derecho. Era un católico militante en la Iglesia, mi madre no, su padre noera creyente, sí su madre. Mi madre sólo era bautizada, no practicaba la fe. Cuando se ennoviaron mi padre le regaló un libro, “Nostalgia de Dios” y a partir de allí, mi madre hizo una búsqueda religiosa, tomó la comunión ya mayor, siendo estudiante de facultad. Formaron una familia católica, nosotros participábamos de la parroquia de María Auxiliadora en los Talleres de Don Bosco, porque vivíamos muy cerca, la casa de mi abuela donde residíamos estaba en la calle Canelones y Pablo de María. 

Mis primeros recuerdos de misa yendo en familia, fue en ese templo. Después nos mudamos a Pocitos, los varones fuimos a cursar primaria en el San Juan Bautista y las chicas en el colegio de la Misericordia. En el “San Juan” cuando tenía apenas 6 años tomé la comunión; fuimos uno de los últimos grupos que tomamos la eucaristía a esa edad, ya que Concilio Vaticano mediante, se elevó la recepción de ese sacramento una edad más avanzada. Fueron recuerdos muy hermosos tanto de la experiencia familiar como de la experiencia parroquial que era la misa dominical. Como también mucho del “San Juan” donde hice los cursos de primaria y secundaria.

En mi adolescencia fue una fuerte experiencia el fallecimiento de mis dos padres. Papá falleció cuando tenía 13 años, y a los dos años mi madre se enferma y fallece en un año. Cuando terminaba 4to de liceo ella murió. Mis hermanos mayores comenzaron a trabajar al fallecimiento de mi padre, para mantener la familia y ayudar a mi madre. Luego de fallecida mamá los cinco hermanos nos pusimos la casa al hombro, y salimos adelante, también con la ayuda de unas tías muy buenas, que el Señor puso en nuestro camino y que nos ayudaron mucho y que son un tesoro que tenemos.



¿Podemos hacer un balance de esos primeros años?

- De esa experiencia rescato la vida de fe de mi familia, la presencia de unos padres estupendos aunque murieron jóvenes. Los cinco hermanos nos organizamos, con la ayuda de estas tías, pero salimos adelante, en estudios, en trabajo, en responsabilidades. Mi hermano se transformó en mi tutor. Pero había una ley que todos teníamos que “tirar juntos del carro” una solidaridad que nos unía a los cinco y que continuó toda la vida


¿Pasamos al tiempo de adolescente?

- En la experiencia de adolescente, cuando estaba en segundo de liceo, fuimos invitados a pintar camas en el Pedro Visca, un hospital de niños que estaba en el local de la actual facultad de Ciencias Económicas, sobre Gonzalo Ramírez. A raíz de esa experiencia y guiados por un asesor, Pablo Costa, nos integramos, de a poco, en el Movimiento Castores que llevaban adelante los Jesuitas, y que estaban muy conectados al colegio. En esa época tenían una fuerte presencia la comunidad Cabré (jesuita) que estaba integrada por los padres Romi Lezama Perico Pérez Aguirre, Yolo Mosca, Crovara y algunos otros. En esos años pase de “hornero” a “castores”. 

Fue una experiencia muy fuerte porque me permitió abrir del mundo de la fe que yo vivía desde niño, al mundo del servicio, del trabajo con los más pobres. Y así pintando camas en el Pedro Visca, ayudando en el Cotolengo Don Orione, o en una cooperativa de viviendas, allá por Colón, donde en el último año íbamos a colaborar en las tareas de construcción de viviendas. Al culminar cuarto de liceo, mi madrina se ofreció para pagarme los estudios en el Juan XXIII, y allí fue donde me propusieron la vocación salesiana. En el año 1976, había una comunidad hermosa de salesianos, estaba Félix Irureta, y también Enrique Bissio, Walter Fuidio, Carlos Bajac. Y en esa experiencia hermosa del “Juan”, en un retiro una chica me dijo, “vos tendrías que ser cura”.

Era el 8 de setiembre, la fiesta de la natividad de María; para mi casa un día muy especial ya que en ese día se habían ennoviado mis padres. Ese día fui a misa y luego el Padre Irureta, me llamó a su escritorio, y me propuso si nunca me había planteado la vida religiosa. Me invitó a un encuentro que había para jóvenes que se planteaban la vocación. Yo le dije que lo iba a pensar, pero él me dijo que me hacía esa propuesta, pero nunca más, me la iba a realizar, que me dejaba en total libertad. Yo lo pensé y a los dos días fui a decirle que no, que no lo descartaba totalmente, pero mi vida iba por otro lado. A mí me gustaba mucho la historia, el derecho, tenía un grupo muy lindo de chicos y chicas con los que salíamos, y que todavía nos encontramos varias veces al año y a fin de año hacemos una misa y un asado, lo que ha sido una experiencia muy bonita hasta hoy. La semilla sacerdotal había sido sembrada, pasaron dos años, pero la pregunta seguía en mí.


-¿Así llega la respuesta al llamado?

-Terminé el “Juan” y comencé a estudiar profesor de Historia y Facultad de Derecho. Y quise dar respuesta a esa pregunta que había quedado pendiente. Comencé a dirigirme con el Padre Walter Fuidio, él me invitó a dar catequesis en la escuela primaria de Talleres Don Bosco. Yo ya había dejado la experiencia de “Castores” entonces no tenía un apostolado. Y fui viendo una presencia de María Auxiliadora en mi vida, como muy importante. El Padre Irureta me había regalado un libro sobre Don Bosco, que produjo un cambio en mi. Dije: “esto es lo mío, es lo que quiero para mi vida”, me atrapó Don Bosco. Tomé la decisión de entrar en la congregación. Y llegué en 1979 al Noviciado Salesiano. Mi maestro de Novicios fue el padre Mario Silvestre. Era una comunidad hermosa, allí hice el noviciado, el postnoviciado.


-¿Llega el tiempo de la formación?

- En la etapa de formación fue linda pero el primer año, al no haber hecho el aspirantado, e ingresar directamente en el noviciado se me plantearon todas las dudas vocacionales. Recuerdo que en setiembre estuve apunto de retornar a mi casa. Me parecía todo muy lindo pero que no era para mí. Influyeron en ese momento los formadores, mi maestro y el padre Luis Smith, me acompañaron y resolví quedarme y hacer la profesión religiosa. Luego vinieron dos años de experiencia pastoral, la hice en los Talleres, el director era Nicolás Cotugno. Una comunidad grande y bonita, con un trabajo intenso. Estuve trabajando en una escuela primaria, en un tema complejo y luego como asistente de los pupilos que estaban en Talleres.Y luego llegan los cuatro años de Teología en el entonces “Itums”, hoy Facultad de Teología, con buenos profesores y un lindo grupo de compañeros entre los que estaba también Monseñor Arturo Fajardo, compañero de la misma generación.


-¿En paralelo, seguían experiencias de trabajo pastoral?

- Yo estuve en esos años trabajando en Tacurú que se había formado en 1981 como una inquietud de los seminaristas que estábamos en la calle Millán, acompañados por el padre Techera y el padre Vicentini. Comenzamos esa experiencia como un Oratorio Festivo, pero los fines de semana reuníamos chiquilines de los que trabajaban en las calles quienes vendían caramelos, lustrabotas, canillitas. Íbamos a los lugares donde estaban o donde se surtían de caramelos, en el PasoMolino, y allí hablábamos, los invitábamos y comenzó Tacurú que tiene el símbolo de la “hormiguita trabajadora”.

En el año 1986, la Inspectoría vivió un momento muy importante pues en un Capítulo, en una Asamblea, se resolvió crear una Obra Nueva para la chiquilinada más pobre de Montevideo, se tomó como base la obra del Tacurú y así se comenzó una comunidad con el Padre Mateo. En el tiempo de estudios de teología, estuve en Tacurú, en el Movimiento Juvenil Salesiano y en la capilla Sambartolo, en el norte de Montevideo, pegado a la ciudad de La Paz. Allí me ordené de diácono, en e laño 1987, junto a otros tres compañeros. Y el 21 de noviembre del 87, en la parroquia María Auxiliadora de la calle Canelones fui ordenado sacerdote junto con el Padre Daniel Costa, por manos de Monseñor Gottardi.


-¿Luego viene la vivencia sacerdotal, como la iniciaste?

.Ordenado sacerdote el Padre Inspector Víctor Reyes, me envía a Talleres Don Bosco como consejero de estudios, encargado de la disciplina. Fueron tres años duros, porque era un servicio difícil para mí, que no pegaba mucho con mis características personales. Encontré una comunidad fraterna y hermanos que me ayudaron mucho. Después de esa experiencia fui enviado a la formación de los salesianos, donde estuve 12 años en tareas de ese campo. Fui Encargado de los post novicios, Director del Aspirantado y después Director y Maestro de novicios en la Avenida Millán. Doce años en total en un trabajo silencioso y poco gratificante. Porque la casa de formación en desafiante pero al mismo tiempo tiene una carga pesada, diferente al trabajo pastoral directo de otras casas. Los fines de semana teníamos un oratorio en el barrio Lavalleja, con novicios y post novicios, llegábamos también al barrio 40 semanas. Era el Oratorio “San Andrés”, una experiencia preciosísima. El oratorio era en el mismo barrio, que vivía muchas dificultades, donde el oratorio era muy querido y no teníamos edificios, una señora nos prestaba su casa para hacer la merienda. Algunas veces íbamos a la entonces capilla de San José de las Instrucciones. Fue una experiencia de contacto muy directo con esa barriada muy querida y muy importante. Y también muy desafiante. Allí trabajamos con niños, adolescentes y jóvenes, teníamos un grupo de jóvenes grandes, celebrábamos misas en el barrio, en algunos acontecimientos importantes. Y una experiencia vinculada a Tacurú por cercanía física pero distinta.


-¿Al culminar ese período, llega la experiencia de dirigir en el Juan XXIII?

-Tuve la gracia de participar de dos Capítulos Generales el XXV y el XXI de toda la Congregación. El primero en el año 2002, a ambos fui elegido por los hermanos del Uruguay para ir a representarlos. Fue una experiencia de “mundialidad”, había representantes de los salesianos de todo el mundo. También la experiencia de elegir al Rector Mayor y a los miembros del Consejo, una responsabilidad muy grande de discernimiento en el Espíritu Santo. Cuando terminó el Capitulo General XXV, hubo cambio de Inspector en Uruguay, yo terminaba el periodo de Maestro de Novicio y fui enviado acomo Director al Instituto Juan XXIII, de fines del 2002 a fines del 2008. Vivimos otra experiencia hermosa con los jóvenes del Colegio, con la Comunidad Salesiana, con la Comunidad Educativa, profesores, animadores, equipo directivo muy jugados por el bien de los chiquilines, con alegría pudimos vivir y desarrollar el carisma de Don Bosco en el contacto directo con los chicos que me hizo mucho bien en mi vida sacerdotal. Me permitieron estar cercanos a ellos y acompañarlos.También gracias a Dios desde el Juan XXIII se atienden cuatro Oratorios festivos en barrios populares de Montevideo, lo que me permitió seguir muy vinculado a la experiencia oratoriana, sea Villa García, en el km. 16, y mucho en Aires Puros, hicimos todo un cambio de la casa, ya que al levantarse los asentamientos sobre el Arroyo Miguelete pudimos conseguir un terreno de la Intendencia y construir una casa para el Centro Salesiano de Aires Puros, se logró la ayuda de muchos ex alumnos del Juan. Fue una experiencia apostólica muy interesante.


-¿También fue un tiempo de avanzar en la Licenciatura?

- En esos años, a medida que el tiempo me permitía fui haciendo avances en mi licenciatura. En 2005 me pidieron si no podía terminar la licenciatura, rindiendo las materias que me faltaban y hacer la tesis final. Con la ayuda del Padre Juan Villegas, un santo varón y un eminente profesor, además de un gran amigo, a quien mucho quiero, doctor de historia americana de la Universidad de Colonia en Alemania, hice la tesis que si bien era de teología con reflexión teológica, tenía una base histórica que es lo que a mí me gusta, y que se refiere a la “secularización del calendario en Uruguay”, continuando un trabajo que había hecho antes para el Bachillerato de Teología y que se refería a la “separación de la Iglesia y el Estado en Uruguay”. Como conclusión de la licenciatura se me invitó a dar clases en la Facultad de Teología de Historia de la Iglesia, supliendo nada menos que a Villegas que ya estaba muy enfermo y al poco tiempo falleció


.¿Al culminar la experiencia del Juan XXIII, surgen nuevos desafíos?

-La experiencia del Juan concluye al culminar el período como Inspector de Juan Algorta y yo participo del XXVI Capítulo General del 2008 y a mitad de ese año el Rector Mayor me llama, luego de consultar a la Inspectoría y me indica que me nombra Inspector Provincial de los Salesianos en Uruguay, pero que iniciaba mi período en octubre. Con Algorta, llevamos ese tiempo de cambio, tres meses, muy juntos. En octubre del 2008, comencé la tarea de Inspector Provincial salesiano, hasta este 10 de diciembre en que el Papa me “jubiló”. Fueron tres años muy intensos de mucho trabajo con una responsabilidad grande pero que con la ayuda de los hermanos que integran el Consejo Inspectorial y con la benevolencia de todos los salesianos que me apoyaron, culmino dando gracias a Dios por todo lo que pudimos hacer. Sobre todo en el último año en un proceso de discernimiento para revisar nuestra experiencia en Uruguay en vista a revitalizarla, en un momento en que hay una disminución en el número de salesianos en América Latina y, como queremos vivir fuertemente nuestra vocación y nuestro carisma, entendimos y vemos necesario reagrupar fuerzas para poder servir mejor. De la experiencia como Inspector,el regalo más grande que Dios me ha hecho, fue ver cómo la mano de Dios actúa a través del bien inmenso que la congregación hace en Uruguay, desde las parroquias, las obras sociales, los colegios; pienso en Talleres Don Bosco con más de 120 años de experiencia., la obra del Paiva en el campo cerca de Sarandí del Yi, experiencia única de la Iglesia en el Uruguay. Una obra que permite que 60 chicos de familias pobres del campo, alejados de las ciudades, vayan a nuestro campo y concurran al liceo de Sarandí del Yí. Hay, también un aprendizaje sencillo de oficios que los habilita para trabajar, pero la obra del Payva beca chicos para que continúen sus estudios en Talleres, en la Universidad, y desde el Payva se le sigue pagando la residencia en Montevideo. El Tacurú ha sido el buque insignia de los salesianos, pero también las obras escolares, y otras como la obra “Tirapiedras” en Melo, la obra “100 manzanas” en Salto. Y si uno amplia la mirada, como ahora la obediencia me invita a hacerlo, uno advierte cuánto bien hace la Iglesia en nuestro país, cada día. Si pensamos en el bien que la Iglesia está haciendo, uno ve la maravillosa acción de una Iglesia que si bien no tiene la fuerza ni la relevancia social de las Iglesias de otros países del continente, vemos igual que es un aporte invalorable para la sociedad en Uruguay.


-¿Sentiste cercana la experiencia misionera que llevan adelante algunos uruguayos en África?

- Dentro de la vivencia salesiana ha sido muy rica las experiencias de misiones que llevamos adelante, tanto en verano como en invierno y en barrios y ciudades, pero también la experiencia de contacto con las Misiones “Ad Gentes”, misiones fuera de fronteras. Por distintas razones he estado vinculado con los ocho salesianos uruguayos que están en África, en Angola estuve 10 días compartiendo una experiencia. Hay, también un salesiano en Etiopía.


-¿Pero también asumiste trabajos con la Conferencia de Religiosos del Uruguay?

- Otra experiencia muy rica fue el haberme integrado a la CONFRU (Conferencia de Religiosos de Uruguay). Al ser provincial participé de la Asamblea y fui elegido Presidente de Confru. Fue también un desafío adquirir una experiencia de servicio a la Iglesia más allá de la congregación. Lo vivido con la Junta Directiva de la Confru, que es un grupo hermoso de gente, me permitió descubrir otras realidades de vida religiosa en América Latina al participar de dos Juntas Directivas, una en Brasilia y otra en Haití.


.¿Ahora, el futuro?

-En los próximos años me veo en las manos de Dios y al servicio completo del señor Arzobispo, si bien uno es servidor como obispo de la iglesia Universal, el ser obispo auxiliar se concretiza en un servicio concreto a la Arquidiócesis de Montevideo, y a ponerme a disposición de Nicolás junto con el otro Auxiliar, MiltonTróccoli, para lo que él me indique. Voy con disponibilidad de corazón a lo que monseñor Nicolás quiera encargarme. Y tratando de llevar el aporte que pueda dar por mi experiencia de vida, al servicio de toda la Arquidiócesis. Obviamente tendré que aprender mucho porque hay mucho que no conozco.Pero estoy con ganas de aprender y de servir haciendo el duelo de dejar la vida fraterna salesiana y ponerme en las manos de Dios.