25 dic 2011

Mensaje Navideño del Obispo Diocesano


Mensaje de Navidad de Monseñor Pablo Galimberti.


Que el Niño Jesús haya nacido en la noche, según el texto evangélico, tiene un significado esperanzador. Desde los inicios de la creación  oscuridad y luz son un binomio inseparable. Como el vaivén de la vida humana, entre certezas e incógnitas.    

Cuánto desearíamos que la luz de la Nochebuena trajera certezas a los legisladores para que no duden en defender la vida humana desde la concepción. La ciencia lo afirma. Salvo que sea en defensa propia, matar es una violencia que no debería quedar impune. Asombra que algunos integrantes de la comisión de salud del senado argumenten a favor de  “permitir” matar vidas humanas hasta la semana duodécima. ¡Lógica absurda, que lo que un día es lícito al día siguiente sea asesinato! ¿Acaso no era vida humana 24 horas antes?

Cuando se viola el primero de los derechos, nacer, los demás palidecen. ¿Entenderá un niño que no debe matar a palos a un perro? Comparado con una vida humana que se elimina fácilmente, verá esto como un juego inocente! Además, un niño pequeño conoce intuitivamente, después que su mamá le hace ver una ecografía, que pronto se agrandará la familia. 

Hay una historia que se repite. Cuando el nacimiento de Jesús, rey, llegó a oídos del macabro Herodes, que había asesinado, entre muchos, a su esposa, a su madre, a su hijo mayor y a dos hijos de éste, ordenó matar a todos los niños de dos años para abajo en Belén y alrededores. Cuando prevalecen los totalitarismos ideológicos, la vida humana vale poco o nada, la ciencia no sirve y las declaraciones y convenciones de derechos son letra muerta.

La misma historia. No faltan lugares para divertirnos. Pero para una madre embarazada los brazos de una sociedad envejecida se encogen. Al niño más esperado en la historia del pueblo elegido no lo reconocieron. Todos esperamos a Dios, al Mesías, pero ¡que avise el día, la hora y el modo en que va a llegar! De  lo contrario, será ignorado y hasta perseguido y crucificado.

¡Qué extraño! El Dios de los cristianos, todopoderoso, se hace pequeño, vulnerable y mendiga nuestro amor. No entra al mundo con la parafernalia de un show televisivo sino en la noche oscura y con olor de animales. Hay silencios que hablan y que no conviene tapar con estruendosos ruidos, como los de algunos espectáculos deportivos de donde se sale aturdido por las bombas.  

Días de movimiento, despedidas, encuentros familiares y emociones.  Pero oportunidad para cada uno, de escuchar a quien pide un lugar porque quiere nacer, mirar y escuchar, sonreír y llorar. Hoy enseña con su vida, mañana lo hará también con su palabra y sus milagros, mostrando que es el Hijo de Dios.

Extraño este mundo del revés: Dios no atropella; algunos imaginan que puso en marcha el mundo y ahora descansa como un anciano de barba blanca. A veces nos preguntamos por qué no interviene cuando muere gente por hambrunas y guerras, cuando niños inocentes son asesinados antes de nacer, cuando la violencia golpea a mujeres o cuando en un matrimonio el amor se enfría y cada uno arranca para su lado…

Días navideños en que aumenta la agitación y aparecen ausencias y nostalgias y hasta nos brota una lágrima ante un pesebre, o revivido por la magia ingenua de los niños, o al escuchar una melodía navideña.  

Tanta pureza en tanto barro. Tanta paz entre tantos conflictos. Tanta verdad junto a tantas mentiras, las de cada uno en primer lugar.

Jesús mendiga un lugar para nacer. Lo percibimos quizás al llevar la mano al corazón donde asoman rostros en el espejo del alma. Quizás comprobemos su ausencia o lejanía y la necesidad de hacerlos presentes, mediante el agradecimiento o el perdón, como vivencia entrañable de tantas Nochebuenas felices.   

Cada Navidad es una oportunidad en la vida. ¡Feliz noche mala que se vuelve buena! Agarremos esa mano, está desarmada, es de un niño; dejémonos mirar por ese mendigo que se nos acerca. El cuenta conmigo para lavar la cara y el corazón al mundo, que a veces funciona como máquina trituradora pero necesita un abrazo de paz!

Feliz Nacimiento del rostro luminoso y la mano amistosa que invitan a la alegría porque ha nacido el Salvador!